jueves, 3 de junio de 2010

Hedonismo versus Estoicismo

Oscilaciones del péndulo


Hedonismo versus estoicismo


Una cultura que alienta el hedonismo en su grado más extremo
debería enseñar en las escuelas el estoicismo.

En su carta XXXlX, titulada Ventajas de la mediocridad, el filósofo de origen hispano, Lucio Anneo Séneca afirma: “(…) Las espigas demasiado llenas se doblan, las ramas se rompen con el peso de la fruta, y la fecundidad excesiva no llega a sazón. Eso mismo acaece con las almas anonadadas por una desmesurada prosperidad, pues esta no les sirve más que para perjuicio de otros y aun de ellas mismas.” Lo más probable es que cuando Séneca escribió este ensayo estuviese reflexionando sobre su propia experiencia, puesto que el libro al que pertenece, Cartas Morales a Lucilio, fue escrito mientras se movía por el sur de Italia, alejado de la vida pública y después de verse obligado a ceder su gran fortuna a Nerón, en un intento por salvar la vida.

La reflexión viene a cuento porque estamos casi paralizados ante una crisis mundial de la que aún esperamos lo peor. La imagen del mundo estable y próspero que se nos oferta a través de los medios de comunicación y de las ayudas estatales se nos tambalea. Y nosotros, habituados a tenerlo todo al alcance del refrigerador y a cambiar el armario con el cambio de estación, nos acobardamos. Mas, ¿hay en verdad razón para temer?

Nuestra cultura, cuya cúspide se expresa a través de una paradoja escamoteada (parece que gozamos de plena libertad, pero se nos vigila a través del teléfono, de la red y de los satélites) nos induce al consumo desmedido, y nos crea el espejismo de una abundancia robusta e inagotable. Nos ocurre entonces como a Enma Bovary, personaje central de la novela Madam Bovary, del escritor francés Gustave Flubert, quien procuró colmar su insatisfacción espiritual creyéndose ser lo que no era.

La sensatez y la experiencia nos llaman a detenernos y a reconsiderarlo todo, a replantearnos los valores que nos sirven de norte en la vida, teniendo como contra parte las causas y las consecuencias de la crisis a la que hacemos frente, y ante la que hemos sido colocados y por la que tendremos que pagar sin que podamos ver a los culpables colgar en el cadalso. El sistema financiero y sus diseñadores están blindados con la impunidad. Nosotros, en cambio, estamos expuestos y formamos parte de la materia prima que alimenta al engranaje. El sistema financiero se conduce bajo la más conocida consigna de los casinos: “La casa nunca pierde”. Nosotros debemos decidir si jugamos un juego en el que todo está decido de antemano. Y es que como dice el pueblo “el que hizo la ley hizo la trampa”.

La opulenta riqueza que ostentó Séneca produjo la envidia de muchos y la inquietud enfermiza de Nerón. Inamovible de espíritu renunció a todo y admitió de esa manera que había obrado de forma equívoca al jugar el juego de los que acumulan riquezas sin fin. Sírvanos el ejemplo del gran filósofo hispano, quien enmendó su proceder y nos legó la sabiduría que arroja la experiencia: “Lo que la Naturaleza reclama es asequible y fácil de hallar; es andando a la zaga de cosas superfluas cuando hallamos fatigas y afanes, lo suficiente está al alcance de la mano.”